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5 consejos para catar el vino como un experto
Los que somos amantes de la cultura vinícola somos capaces de beber vino y disfrutarlo mientras lo hacemos, pero pocos lo saben ejecutar correctamente. Probar el vino parece tarea de expertos, pero la realidad es que todos podemos hacerlo si aprendemos los pasos más importantes.
Para empezar, tenemos que saber que, para probar el vino, necesitamos conocer los 4 sentidos que usaremos para que la experiencia sea real:
- Vista: para observar su color. El aspecto es lo primero que tenemos en cuenta a la hora de beber vino (en realidad, ¡siempre que comemos lo hacemos!).
- Olfato: oliendo el interior de la copa sabremos determinar muchos aspectos del producto. Lo más destacable es la intensidad.
- Gusto: en pequeños sorbos, iremos saboreando el vino. Es el sentido más importante.
- Tacto: es aquí donde entran en juego los taninos que determinan la potencia y textura del producto.
Ahora que ya estamos todos contextualizados en la cata de vinos, os explicaremos los 5 consejos más importantes del proceso para que podamos saborear el producto como un enólogo experto. ¡Prestad atención y preparad los 4 sentidos que teníais escondidos!
Observar la copa inclinada entre 30º y 45º
Primeramente, servimos una pequeña muestra de vino en la copa adecuada para el tipo de producto que probaremos, aproximadamente entre 90ml y 150ml. Las cantidades varían según la copa y también en función del vino.
Un dato que tenemos que tener siempre presente es que la copa se tiene que coger por el cuello o la base; de este modo, evitamos que la bebida se caliente con la mano. Una vez hemos preparado la copa, procedemos a inclinarla entre 30° y 45° y observamos su color.
Para saber la densidad del vino en cuestión, movemos un poco la copa y, si las denominadas lágrimas del vino caen rápidamente, nos encontramos con un producto con gran densidad y, como consecuencia, mayor graduación.
Un truco infalible: el folio con texto
Os explicaremos un pequeño secreto. Si colocáis la copa sobre un folio con texto escrito y os resulta imposible o muy difícil leerlo, significa que nos encontramos ante un vino de capa alta. Esto quiere decir que tiene una alta cantidad de color y que dispone de una gran densidad.
Si, por contra, somos capaces de leer el texto del folio, decimos que el vino es de capa baja y, por tanto, tiene una transparencia mayor. Estas características nos da pistas sobre el envejecimiento del vino, las uvas empleadas, etc.
Adentramos la nariz en la copa hasta tres vegades
No solo tenemos que oler el vino una vez, si no dos ¡e incluso tres! Tendremos que colocar la nariz en el extremo de la copa, sin adentrarla en exceso, y sin mover la copa en ningún caso. Esta primera olida nos permite encontrarnos con los aromas primarios del producto, es decir, los que forman parte de las uvas que conforman el vino.
En segunda instancia, tendremos que agitar un poco la copa y volver a adentrar un poco la nariz. En este caso, llegamos a los aromas secundarios, los cuales tienen que ver con la oxigenación del vino.
Finalmente, si volvemos a agitar la copa enérgicamente, podemos llegar a encontrar los aromas terciarios, conocidos más popularmente como bouquet. Gracias a esta tercera fase podemos encontrar información sobre la crianza del producto.
Removemos el vino por toda la boca
Ahora llega el momento de ingerir una pequeña muestra de vino, aproximadamente unos 8ml, y enjuagarlo por la boca. De esta forma, el producto llega a todas las partes bucales: lengua, paladar y mejillas.
Gracias al sabor, podremos detectar los diferentes sabores que caracterizan los vinos: ácido, amargo, dulce e, incluso, salado. ¡Pero no todos los percibimos en las mismas zonas de la boca!
- Dulce: en la parte frontal de la lengua.
- Ácido: en los laterales de la lengua.
- Amargo: en la parte posterior y en las encías.
- Salado: entre la zona del dulce y del amargo.
Aquí entran en juego dos términos importantes a la hora de probar el vino: el cuerpo, en lo referente a la potencia en boca; y el post-gusto, relacionado con la duración del sabor una vez hemos tragado.
Taninos: protagonistas del tacto
Llegamos al último paso y, por tanto, el quinto consejo de esta pequeña guía. Como ya hemos mencionado anteriormente, los taninos entran en juego cuando catamos el vino porque determina diferentes aspectos del producto.
Tienen que ver con la textura que experimentas con la lengua. Cuando el vino se encuentra dentro de la boca, percibimos los famosos taninos, que se encuentran en la piel de la uva y generan una sensación de sequedad. Por lo tanto, existen dos acciones referentes en los taninos: si estos son sedosos, recibes una sensación suave; por el contrario, experimentas un tipo de raspar cuando los taninos son potentes.
¡Ya estás preparado para probar el vino como un experto! Por qué no empiezas practicando en nuestra visita por Celler Grau i Grau? Podremos darte más consejos y ¡aprenderás a hacerlo de la mano de profesionales!